jueves, 9 de enero de 2014

He intentado olvidarlo, decirte que te amo con toda la sinceridad que las palabras me permitan, cerrar los ojos y así recordar lo que tiempo atrás hacía que me mordiera los labios al verte.
He intentado ensayar frente al espejo mi sonrisa más neutra para que no puedas cerciorar lo que ambos sabemos que está pasado.
He tocado tus manos como siempre, pero no he reconocido esta lejanía que en mí se manifiesta, ni el letargo de un abrazo que me sabe incómodo.
Y todo para darme cuenta, que yo soy el error.
No quiero caer en el tópico y decirte, cariño, no eres tú, soy yo.
No te mereces palabras tan marchitas por la rutina de quien está en guerra con la sinceridad y valentía
No te mereces que te haya hecho esto, pero ha ocurrido.
Y no quiero reconocerlo, porque a pesar de todo, sé que te amo, quiero ese ladeo de tu cabeza cuando me miras con dulzura, quiero esos suspiros que denotan incredulidad cuando digo alguna bobería, quiero esa seguridad que solo tú has sido capaz de devolverme, la seguridad de sentirse querida.
Es por ello que me pregunto qué ha pasado, y en qué momento repetí una vez más: a veces, el amor no es suficiente...mi alma y tu alma 

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